Sólo él ♥

¿Qué importancia tiene todo cuando sólo una persona te da lo que más querés?
Sí, tengo a esa persona y siento que no necesito nada más que eso.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Admitir que extrañas a alguien...

Miraba como la masa se movía, una masa de gente con el mismo rostro. Sin sonrisas, con ojeras, malhumoradas, apuradas. Me generó un sentimiento extraño... ¿Pena? ¿Decepción?
El punto de encuentro estaba vacío, él no estaba. Nunca fue puntual, no iba a serlo ahora. Aprendí a no esperar nada de nadie, así no me decepcionaría.
El tiempo pasaba. Quince minutos, veinte, treinta y comenzaba a desesperarme o mejor dicho, enojarme.
No íbamos a conversar de cualquier cosa, era más bien un tema de suma importancia a mi entender, pero él tenía el tupé de faltar.
-Alicia, ¿cómo estás? -dijo una voz detrás de mi- Perdón por la tardanza.
-Ahorrate las disculpas, Tomás -lo miré desdeñosa-. Estoy acostumbrada a tus llegadas tarde.
Me observó largo rato, me hice la indiferente. Si lo miraba, vería esos ojos marrones penetrantes y no iba a poder evitar ponerme colorada. No era ese tipo de encuentro, a decir verdad, ya no teníamos otro tipo de encuentro más que este. Se trataba de algo más incontinuo, inesperado, me refiero a que mi idea era no tener que verlo durante mucho tiempo, pero esa situación lo ameritaba.
-¿Por qué querías que nos juntáramos? -preguntó. Siempre frunciendo el entrecejo, con verdadera curiosidad.
-No quiero que malinterpretes la situación -comencé-, pero necesitaba verte p...
-Bueno, Ali, tampoco te me declares así -me interrumpió.
-Si no me dieras tanta lástima, te golpearía. ¡Dejame terminar una oración completa antes de hablar!
Me miró sobresaltado. Yo sabía, sabía que iba a suponer que este encuentro era una excusa para verlo, sospechaba que yo lo extrañaba, ese inútil. Claro que no.
-A ver, proseguí. Me intriga saber en qué va a terminar esta salida rústica -rió.
-Primero que nada, Tomás, de salida no tiene nada y segundo, ¿rústico?
-Sí, como las papitas rústicas que te ofrecen en los restaurants. Son papas, pero con hierbas y peladas, pero sigue siendo papa. Le dicen "rústico" para decorar.
-¿Ves? Ya estás malinterpretando todo -estaba muy frustrada.
-Difícil que no sea así, Ali. La última vez que salimos terminamos yendo a otro lado, se suponía que íbamos a charlar en un barcito de San Telmo... -comentó burlándose.
-Eh, Tomás, no es gracioso. Te vengo a hablar de algo importante, me enteré de algo -traté de salir del tema lo más rápido posible. La última vez... San Telmo... no hubo bar, hubo casa y no fue charla, fue roce. Pero esta vez no, hoy era serio de verdad-. Tu hermana estuvo saliendo con un amigo mío, hace poco y ayer la vi caminando, me saludó, todo bien. La vi rara, creo que está metida en cosas raras.
-Fuma, ya sé.
-¿Cómo ya sé? ¿Me estás cargando? Es tu hermana, preocupate, ayudala. ¡Hacé algo!
-¿Eso era lo que me querías decir? -parecía enfadado- Me hiciste venir hasta acá para decirme que viste mal a mi hermana, ¿de verdad?
-Bueno, me pareció qu...
-¡Te pareció mal entonces, Alicia! Yo sabía que venir era mala idea, siempre te metes en donde no te llaman. Ya me acuerdo porque te dejé, me metías en muchos kilombos. Siempre metiendo la nariz en huecos que no te incumben, salí de ahí. Dejá de ser tan inmadura, crecé. Tenes 20 años, ya andas grandecita para andar chusmeando cosas por ahí y espero que no se lo hayas dicho a nadie porque me voy a enojar, más todavía que ahora -frenó para respirar, ni bien tuvo el aire siguió-. Aunque ahora que lo pienso, más que enojo me generas decepción, parecía que habías cambiado pero se ve que también me olvidé que toda tu vida supiste ponerte caretas. Como ahora.
No supe qué responder. Yo pensé que había ido ahí para contarle lo de su hermana, pero él tenía razón, eso era excusa. Como todas las excusas que le venía diciendo cada vez que podía, siempre que había una buena ocasión ahí estaba yo, instándolo a que nos viéramos. No quería verlo para hablarle de nada, quería verlo por una sola razón y mi corazón terco no podía parar de gritarla aunque mi cabeza no quería decirla.
-Te extraño, Tomás, la verdad es que te extraño mucho.
-Yo sabía -me dijo y sonrió.
No me lo esperaba y no hablo de su sonrisa, hablo del beso, el beso más hermoso que hubo en toda reconciliación existente. En realidad no sabía si eso merecía llamarse "reconciliación", pero todo ese tiempo había esperado para darle un beso y para pegarle.
-¡Ay! ¿Por qué el golpe? - me miró sorprendido.
-Tenía muchas ganas de besarte y pegarte, no iba a cumplir una sola.
-Tengo que admitir que pensé que nunca ibas a ser capaz de aceptar que me extrañabas -rió.
-Tengo que aceptar que nunca pensé que te creyeras todo lo de tu hermana, supieras que era mentira y te crearas esa super actuación de enojado solo para que te lo dijera.
-Vos sabías que estaba actuando -sonrió.
-Pero necesitaba decirte que te extrañaba -lo miré y lo aprecié. Vi sus hermosos ojos marrones y lo supe.
-Hace tanto que te extraño, Ali.

No hay comentarios:

Publicar un comentario